Hola mis bonit@s!! Hoy quería pasar por aquí a contaros una historia bonita. Una bonita casualidad que consiguió iluminar un día muy oscuro. Ayer tuve un día de mierda. No puedo decirlo de otra manera, ni más fino ni más educado porque no reflejaría bien lo absolutamente mierdoso que fue. De estos días que se junta todo, que sale todo mal, que te echan la bronca en el trabajo, que te gritan, que incluso te faltan el respeto, que al dueño de tu empresa le llegan como mil quejas y todas del departamento que tú diriges…un puto caos. En serio, una mierda total. Como no podía ser de otra manera, acabe hecha un mar de lágrimas del cabreo, el estrés y el arrepentimiento de estar en ese estado de nervios en medio de una beta-espera. Resultado? Un ataque de ansiedad muy rico y muy entretenido.

Afortunadamente, después del trabajo tenía ensayo (hago teatro y estrenamos en dos semanas, por lo que ensayamos mucho más este mes, no solo los sábados como el resto del año). El teatro es algo TAN maravilloso…me ayuda tanto a calmarme, a reírme, a concentrarme, a desconectar, a ver la vida de otra manera…siempre salgo de allí con una sonrisa. Me llena, me encanta!! Esa sensación de estar en el escenario y hacer SENTIR a la gente, provocar un sentimiento, sea el que sea, pena, alegría, asco, melancolía, ser capaz de hacer llorar o reír a personas que no conoces de nada… eso no se puede comparar con nada. Te sientes poderosa, mágica, como si fueses capaz de hechizar al público y enredarle en la historia que deseas contar a través de tu personaje. Increíble.

A lo que voy, que me voy por las ramas. Estaba ensayando y miré la hora. La cosa se iba a alargar, por lo que no llegaría a la farmacia ni de coña y no tenía suficiente progesterona. Llamo a mi gordi y le digo que se acerque, que la compre sin receta que yo lo he hecho alguna vez y me la han dado sin problema (pagas un poquito más y listo). Cuál es mi sorpresa cuando me llama al rato y me dice que ya no la dan sin receta, que al igual que pasa con el ibuprofeno y el paracetamol, ahora hay muchísimos medicamentos que no se pueden dar sin receta, entre ellos, la progesterona.

Total, no pasa nada. En vez de ir a mi farmacia de confianza, me voy a una que está al lado del lugar donde ensayo. Una farmacia a la nunca antes había ido.

Llegué justa, casi casi con el cierre echado. Entro y le doy la tarjeta sanitaria a la farmacéutica. «Evopad, Acfol…perdone pero no tiene recetado el Progefik» perdona????? «…y ya sin receta no puedo dárselo» (otra clienta entra en la farmacia en ese momento). Disculpe pero estoy en medio de una beta-espera, como comprenderá esto ha debido de ser un error porque no puedo dejar de ponerme la progesterona. No puedo irme de aquí sin la progesterona, le dije casi suplicando. No me lo podía creer. Después de un día horroroso este iba a ser el peor final, no solo de un día terrible, sino el peor final de una transferencia que no fue bien por no darle a mi embrioncito la medicación que necesitaba. Me quería desmayar.

La farmacéutica debió verme la cara y me dijo, «mira, son 150.000 euros de multa pero te la voy a dar, solo esta vez, pero tienes que ir al médico porque no podré dártela más sin receta». Le di mil veces las gracias y me fui.

En esto que salgo de la farmacia y la chica que tenía detrás sale también y me dice «espera, espera! Estás en algún tratamiento para ser mamá, verdad? Ven, que quiero enseñarte una cosa»

Entonces me acerca hasta su coche, donde hay dos niños preciosos en el asiento de atrás, a los que les dice, «chicos, decid hola, es una amiga de mami». Los niños me miran con cara de póker al principio y luego sonriendo tímidamente me saludan. Cuando cierra la puerta, este ángel me dice mirándome intensamente a los ojos: «NO TE RINDAS. Después de 7 inseminaciones fallidas y 3 FIV soy mamá de un niño de 8 años y una nena de 4. Mi hermana estuvo a punto de rendirse y ahora tiene 2 hijos, y mi prima igual y ahora tiene 3 porque la segunda vez que se quedó fue de gemelos. Mientras hay vida hay esperanza, sigue luchando, porque lo vas a conseguir».

No sé quién eres, no sé si algún día leerás esto, ojalá, porque aunque ayer no acerté a decirte mucho, mis lágrimas, cada una de ellas que me viste derramar, eran de agradecimiento. GRACIAS por esas palabras que tanto necesitaba oír en ese momento, por tu generosidad al compartir conmigo tu historia, sin conocerme de nada, con el único objetivo de animarme y darme aliento. Gracias por presentarme a tus hijos, reflejo de tu lucha, de tu constancia, de tu triunfo contra nuestro enemigo común: la infertilidad.

Y es que, tal y como dice la Vecina Rubia, #compartiresdeguapas y nosotras, cada una de las personas que formamos parte de esta gran familia que es la #infertilpandy somos guapas, somos MUY guapas. Compartimos experiencias de manera totalmente altruista con el único fin de ayudarnos mutuamente. Nos escuchamos, nos apoyamos, nos alegramos de los positivos de las demás aunque a ti el mundo se te esté cayendo a pedazos. Porque sabemos cuánto duele, porque entendemos cuánto ha costado llegar hasta ahí. Haber podido experimentar lo que es extrapolar esto a la vida real, a personas de carne y hueso que acompañan esas palabras que nos decimos online con un abrazo fuerte y sincero como hiciste tú ayer conmigo, mi ángel desconocido…me dejaste sin palabras, con la cara llena de lágrimas y el corazón lleno de amor y de esperanza.

Gracias a todas, gracias a ti, mi bonita casualidad.