Pues como me imaginaba…beta negativa. La verdad es que no tengo ni ganas de llorar. Lo que tengo es un dolor en el pecho y una tristeza en el estómago que alimentan y hacen más fuerte al miedo, ese miedo a no conseguirlo nunca, a que no salga bien una, y otra y otra vez.
Todavía tenemos embriones congelados, así que aún seguimos jugando. Veremos cuántos sobreviven a la desvitrificación…de momento me toca dejar la medicación y cuando me baje la regla, volver al hospital y que me cuenten cuándo podemos hacer la transferencia de los congelados.
Con la buena pinta que tenía que todo, con lo bonito que hubiese sido poder contárselo a la familia en navidad…en fin…
Seguimos…