Tiene gracia. La primera vez que escuché el nombre de la prueba me recordó a Freud y su teoría de la histeria femenina. «Qué bien elegido el nombrecito», pensé. Sin enrollarme mucho en el tema ni entrar a valorar el machismo de Freud, recuerdo que éste afirmaba que las mujeres somos seres propensos a ser histéricos y que esa histeria provenía de recuerdos ocultos de índole sexual o de un deseo insatisfecho.
Histerosalpingografía: prueba que se realiza a mujeres histéricas que se obligan a ocultar o reprimir los recuerdos de sus relaciones sexuales porque en vez de pensar «buf, qué polvazo ayer» de lo que se acuerdan, una y otra vez, es de su tremendo deseo insatisfecho de ser madres. Histerosalpingografía. No me digas que quien le puso el nombrecito no era un puto genio!
Ahora en serio. La histerosalpingografía es una prueba de contraste, es una radiografía que te hacen después de meterte un líquido y sirve para observar la permeabilidad de las trompas, la posición de tu útero y la existencia o no de pólipos, miomas, quistes, o cualquier cuerpo extraño que no debería estar ahí.
Cuando la doctora de la clínica de reproducción asistida nos dijo que tenía que hacerme esa prueba, también me dijo que era dolorosa y que tenía la opción de no hacérmela, pero que era importante saber si mis trompas son permeables y si mi útero tiene algún problema para poder decidir con más datos entre inseminación o directamente invitro.
Por supuesto decidí hacérmela, no sin antes preguntar a mi querido amigo DR Google. Mi amigo me derivó a decenas de amigas online que habían pasado por lo mismo (qué haría yo sin ellas). La gran mayoría decía que efectivamente era una prueba dolorosísima, alguna contaba que había pedido un cubo para vomitar mientras se la realizaban, otras que habían gritado y llorado y otras comentaban que era molesta pero que no era para tanto. Lo que más me animaba de todos aquellos comentarios era que muchas se habían quedado embarazadas después de la prueba. Decían que el líquido y el meneo interno que la prueba conlleva, dejan el camino libre y limpito y esto hace que los bichitos lleguen con más facilidad. Como además te la hacen al empezar tu periodo fértil las probabilidades de quedarte si lo intentas uno o dos días después de la prueba aumentan mucho más. A día de hoy no sé si ha funcionado o no, ya que hasta el 14 la señora de rojo no tendría que aparecer por aquí, pero vamos, síntomas cero y esperanzas tampoco, que luego llega la desilusión y aún me escuecen sus arañazos.
Me dieron cita el 29 de diciembre. Menos mal, por lo menos estaba de vacaciones y no tendría que faltar al trabajo. Antes de la prueba tenía que ponerme unos supositorios de Buscapina, que yo, valiente ignorante, di por hecho que eran laxantes. Tenía que ponerme uno cada ocho horas y al ver que no iba al baño me empecé a preocupar, pregunté a mi amigo Dr Google y voilá, duda resuelta! La Buscapina previene o trata el dolor abdominal o digestivo, no te hace ir al baño descontroladamente.
Llega el día de la prueba y yo tengo unos nervios que me muero, empiezo a dudar de nuevo del no-efecto laxante de la Buscapina ya que tengo que ir al baño unas tres veces antes de poder salir de casa. La última incluso con el abrigo puesto. Ay, los nervios estomacales que malos son!
Cuando consigo salir de casa nos montamos en el coche y tomamos el mismo camino que hice tantas veces cuando mi padre estaba enfermo. Y es que también es mala suerte, coño. La clínica donde me hacían la prueba está justo al lado del hospital en el que estuvo ingresado mi padre un mes, antes de que el maldito cáncer lo arrancara de mi vida y de mi lado para siempre. Ya ves, todo el tema de la prueba estaba envuelto en un ambiente de buenrollismo y buenas sensaciones del carajo.
Llegamos a la clínica y nos hacen sentarnos en una sala de espera. Voy a coger una revista para quitarme las imágenes de mi padre en el hospital de la cabeza y mi gordi me dice que prefiere que le haga caso a él (estos gordis nuestros que a veces son como niños grandes). Casualidades de la vida, dejo la revista en su sitio y le suena el teléfono. Se levanta y ante mi estupor, sale de la sala de espera sin escuchar que me acaban de llamar, es mi turno. Me levanto enfadada y sigo a la enfermera hacia un portal situado junto a la clínica. Subimos unas escaleras y escucho mi nombre a mi espalda. Vaya, mi gordi se ha dado cuenta de la cagada máxima de coger un teléfono en un momento así.
Un momento en el que estoy nerviosa, en el que no sé que me van a hacer ni cuánto me va a doler, un momento en el que contestar una llamada de teléfono no puede ser una prioridad aunque el que te llame sea el mismísimo presidente de los EEUU. Por lo menos esta vez no se pone cabezón, pide perdón y consigue con carita de bueno que se me pase el enfado. Hay que joderse lo insensibles que pueden llegar a ser los gordis a veces.
Como iba diciendo, la enfermera nos llevó a un portal. Subimos una planta y nos metimos en un piso viejo y oscuro, digno de la primera temporada de Cuéntame. «Dios mío, es una clínica clandestina, me van a dormir, a sacarme los órganos y venderlos en el mercado negro». Lo sé, tengo mucha imaginación, pero juro que tenía toda la pinta.
En el que en otros tiempos debió ser un salón, convertido ahora en sala de espera, estábamos una madre y su hija, mi gordi y yo. La enfermera salió de la casa de los Alcántara dejándonos solos y cuando pensábamos que ya nada podía ser peor….aparece él. El ginecólogo de Isabel la Católica por lo menos. Mi cara seguro que era un poema, miré a la otra chica, a quien Dr Prehistoria llamó primero, y me sonrió mordiéndose el labio con resignación.
A los diez minutos el doctor (que me recordaba muchísimo al Drácula canoso de la peli del 92 de Bram Stoker) dice mi nombre y me invita a pasar. Paso a una especie de probador, se me indica que me quite todos menos los calcetines (no me vaya a constipar) y me ponga una bata azul transparente cuya función desconozco, porque tapar no tapaba nada. Mientras hago todo esto, la otra chica que se está vistiendo en el probador de al lado me susurra que no es para tanto, que me relaje y que Dr Drácula es encantador.
Bueno, vamos allá. Salgo del probador, me subo en una camilla y Dr Drácula toma asiento…ahí, a la altura justa. Me indica que suba las piernas en el potro y en ese momento, si me quedaba algo de dignidad, desaparece por completo. Totalmente espatarrada, me dice que tengo que echarme más hacia delante, más, venga, un poco más mujer. Si me echaba un poco más hacia adelante estaba segura de que Dr Drácula iba a hacerme la prueba con su nariz ahí, dentro de mí.
Respiro profundamente y noto que empieza a meterme cosas. Para mi sorpresa no siento ningún dolor, sólo algo que me pellizcaba un trocito de piel y que al indicárselo corrige inmediatamente. Encima mío estaban las placas para hacer las radiografías. Una vez metido el tubo y el líquido dentro me hicieron unas cuántas fotos al ritmo de «respira», «no respires», «respira», «no respires». Creo que respirar, lo que se dice respirar, respiré cuando dijo «hemos terminado».
El doctor, que efectivamente había sido un encanto, me dijo que estuviera en reposo el resto del día y que si tenía molestias, que él no lo creía, que siguiera con los supositorios de Buscapina. Me vestí y salí contentísima de allí. ¡No me había dolido nada! Podía compararse con una citología, nada más que eso. Estaba encantada, nos montamos en el coche y pusimos rumbo a casa.
Estábamos aparcando cuando sentí que algo no iba bien. Me dieron unas náuseas súper raras y comencé a sentir un dolor abdominal parecido al de una regla. Una vez en casa, me puse el pijama y…horror. Los dolores se multiplicaban a medida que iba pasando el tiempo hasta hacerse verdaderamente insoportables. Jamás en la vida había sentido ese dolor. Parecía que alguien estaba estrujando mis entrañas, dándoles patadas, puñetazos, pinchandolas con un punzón. Pensé en ir a urgencias pero confiaba en que los supositorios y los nolotiles que me tomé casi a puñados empezaran a hacer efecto en algún momento. Me eché en la cama totalmente doblada y entre dolor y dolor me pasé el día entero allí.
Antes he dicho que los gordis a veces son insensibles pero otras hay que reconocer que son totalmente adorables. El mío me cuidó y me mimó lo más grande, y entre su cariño y la sopita que me preparó para cenar consiguió devolverme un poco a la vida.
Después de esto me pasé dos días sangrando. Había leído que esto era normal pero la sangre siempre asusta y aunque los dolores habían pasado por fin a ser molestias, siempre te queda la mosca detrás de la oreja. Al día siguiente, el 31 de diciembre para acabar bien el año, teníamos que ir a por los resultados. Pensé que si seguía sangrando podría preguntar en la clínica si lo que me había pasado era normal ya que no había encontrado a nadie online que contase que la prueba no le había dolido y que todos los dolores venían después (cosa que me pilló totalmente desprevenida y quizá por eso me angustié tanto). Para mi sorpresa, cuando recogimos los resultados fue exactamente eso, recoger resultados. Nadie te explica, nadie te dice nada. Te dan una carpeta y santas pascuas. Siguiente!
Teniendo la cita en la clínica de repro el 13 de enero, el único que podía traducir lo que estaba leyendo en el informe era mi Dr Google. Escribiendo frase a frase en el buscador pude descifrar que tengo las trompas estupendas, el utero en anteversion que es la mejor posición en la que puede estar…pero que tengo un flebocito y también un posible mioma submucoso.
El flebocito es una calcificación en una vena por mala circulación sanguínea (lo que me recuerda que sí o sí tengo que dejar de fumar) y el mioma…bueno, pues por lo visto hay tres tipos y este submucoso es el más chungo (of course). No tengo síntomas como sangrados abundantes, dolores muy fuertes en las reglas o nada que me haga pensar que realmente tengo ese mioma que pone en el informe, pero si realmente lo tengo significaría decir adiós a la inseminacion del 26 de enero ya que tendrían que hacerme una histero….histero qué ahora? Ah si, histeroscopia. Otra vez la histeria, otra vez el deseo insatisfecho.
A día de hoy solo faltan tres días para salir de dudas. Dos realmente, ya que el 12 tengo cita con mi ginecóloga a quien voy a preguntar porqué no ha visto nada en mi útero en las miles de ecografías que me ha hecho anteriormente asegurándome que todo estaba bien.
Tengo la esperanza de que los súper dolores que sentí después y el sangrado hayan sido del mioma que está deshaciéndose solito, dejándonos continuar con el proceso tal y como estaba previsto. No las tengo todas conmigo, pero sea cual sea el diagnóstico seguiremos luchando por tí, nuestra hermosa golondrina. De momento, seguiremos viéndote en nuestros sueños.