Cuando menos lo esperas, sale el sol

Ayer pasó algo que me hizo volver a creer que realmente las cosas pasan por algo, o mejor aún, que las cosas NO pasan por algo. Por una razón llamada destino, por un destino ajeno a la razón, porque cuando estás en medio de una tormenta terrible…de repente…sale el sol.

Sin entrar en detalles (porque el tema no tiene nada que ver con la temática del blog) os cuento que ayer me dieron una palmadita en la espalda en el trabajo muy santa. Llevo varios años en la misma empresa, dejándome los cuernos, trabajando más horas que un sereno, luchando cada día por ser mejor profesional, tragando carros y carretas para crecer, para aprender y para poder construirme una solida y respetada carrera profesional. Y ayer precisamente el reconocimiento llegó.

Desde que empecé a plantearme el tema de la maternidad tuve, irremediablemente, que empezar a plantearme también mi techo profesional. Me parece tan injusto…Por lo menos en el mundo empresarial en el que me yo me muevo, tienes que elegir. O te preparas y te dedicas en cuerpo y alma a luchar día a día para ser una alta ejecutiva, directiva, etc… o eres madre. Parece mentira que en pleno siglo XXI sigamos así. A las mujeres como yo, entre los 30 y los 35 años nos cierran las puertas de los altos cargos de golpe por la simple asunción de nuestra fertilidad.

La empresa empieza a especular con tu útero como si fuera de su propiedad. Si compartes comedor con tus jefes, se fijan hasta en lo que comes. Si un día te duele el estomago, están tres meses observándote la barriga a ver si engordas. Si eres fumadora, más te vale no dejarlo, ni siquiera fumar menos. Y lo peor de todo es que esas mismas personas que te cierran las puertas (normalmente hombres) tienen dos, tres, cuatro hijos insoportables, caprichosos y egocéntricos de los que no paran de quejarse. Pero eso sí, son «lo mejor que tengo en mi vida». ¿Y yo por ser mujer no tengo ese derecho si quiero crecer profesionalmente?

Si eres mujer y quieres llegar lejos, tienes que dejar a un lado los pensamientos maternales. Y si en medio del proceso te quedas embarazada, lo siento mucho, vuelves al punto de partida. Quizá muchas tengáis la suerte de tener brillantes carreras profesionales y dos o tres hijos maravillosos, yo, desde luego, no tengo el placer de conocer a ninguna.

En otra ocasión que tenga más tiempo quiero seguir con este tema. Con este y con el de la conciliación, que también es curioso. Hay empresas, como la mía, que tienen el «certificado EFR» Para morirse de risa vamos, ¿sabéis que significa? «Empresa Familiarmente Responsable». Supuestamente tener este certificado como empresa significa que cumple un montón de requisitos que permiten y facilitan la conciliación familiar. Me parto. Que me digan a mí cómo concilio cuando hay días que entro a trabajar a las 8.30 de la mañana y salgo por la puerta de mi despacho a las 21.00 de la noche. Y al día siguiente…pues otra vez.

Y ahora lo hago, y lo hago feliz, y la gran mayoría de las veces lo hago con una sonrisa. ¿Por qué? Porque me gusta mi trabajo. Porque soy tremendamente afortunada de tener un trabajo que me entusiasma, que me motiva y que la mayoría de los días me encanta. Mis compañeros de departamento son unos amores de la vida, hay un buen rollo que incluso otros departamentos nos dicen que «qué envidia» y eso se nota tanto en nuestro trabajo como en nuestros resultados.

Pero claro, ahora yo me planteo mi vida con un bebé de 4 meses y ¿en qué momento me voy a quedar yo hasta las tantas todos los días? Ni hablar. Y esto es así. No quiero tener hijos para darles los buenos días y las buenas noches. Quiero verles crecer, disfrutar con ellos. No estoy diciendo que vaya a dejar de trabajar pero desde luego no voy a salir a las 20.00 de la tarde, ni siquiera me planteo salir a las 18.00. Y eso no gusta. Si tienes un puesto intermedio no gusta pero es pasable. Si tienes un puesto de Dirección y responsabilidad no gusta y simplemente no pasa.

¿Entonces porqué estoy contenta? Os preguntaréis. Pues porque quizá mi embarazo no haya salido bien por una buena razón. Porque tengo que dejar crecer las raíces que me ha costado tanto plantar. Porque quizá ahora mi batalla tenga que seguir estando centrada en obtener lo que me merezco. Y aunque cuando comenzamos todo el proceso yo hice mi elección y elegí sin dudar la llegada mi golondrina, quizá la estrella que tengo en el cielo me esté guiando hacia otra parte, haciéndome ver que no tengo porqué renunciar a nada, que con paciencia quizá pueda tener las dos cosas, que ahora no es el momento de ser madre sino de luchar profesionalmente por lo que me merezco.

Y como decía antes…ayer salió el sol. Me reconocieron, me animaron y me avisaron de que quedaba una última batalla. Pues señoras, señores… estoy preparada, estoy fuerte y ¡¡voy a por todas!!

 

 

 

 

 

 

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s