En cuanto te relajes…!

Ser infértil es una putada. Y no solamente en el tema reproductivo, ser infértil es una putada social. De repente tu mundo está rodeado de embarazos, de bebés y de cenas con conversaciones mono-baby-temáticas interrumpidas por algún que otro llanto. Que digo yo…¿de verdad hay que hablar del color de las cacas, de pezones torturados, de culos rojos y de mocos verdes o amarillos mientras me como un trozo de pizza? A lo mejor cuando llegue mi golondrina soy la primera que no puede evitar hablar de esa manera tan escatológica y entenderé aquello de «cuando seas madre comerás huevos», pero vamos, de momento casi que prefiero comerme la pizza…

Pero sobretodo, cuando eres infértil, tu mundo está rodeado de grandes frases. De grandes malas frases llenas de malos consejos. Si vienen de alguien a quien quieres, respiras y te dices a ti misma «venga no seas mala que lo hace con la mejor intención, lo hace para animarte…venga…sonríe». Ahora, como vengan de alguien que te la trae al pairo entonces no puedes evitar pensar «mira bonita metete el consejito donde te quepa» y la cara de asco te sale sola y dicha persona se la come con patatas. Y entonces eres una estúpida, una borde, una infértil amargada. Y es que esto es así, una putada social. Un problema solitario que te vuelve egoísta, te invita a quedarte en tu casa y te impide disfrutar por ejemplo de los hijos de tus amigas, cosa que puede resultar contradictoria en sí misma. Ellas están viviendo esa nueva etapa tan feliz y tan bonita que tú estás deseando vivir y sin embargo no puedes disfrutarla con ellas. Y no, no es envidia. Te alejas porque te hace daño y oye, todo el mundo sabe que si tocas el fuego con el dedo te quemas ¿verdad? Pues eso, yo hasta que no me confirmen mi vena Targaryen, prefiero no tocarlo.

Realmente el ser humano es tan egocéntrico…creo que nadie se detiene a pensar un minuto en cómo las palabras pueden afectar a la persona que te está escuchando. En el caso de la mujer infértil tiene que aguantar desde el «y tú para cuando» hasta el «ay pobre». ¿Ay pobre? ¿En qué momento te he empezado yo a dar pena? ¿Por qué me miras de manera condescendiente? ¿Quién te crees que eres para darme lecciones? He tenido que aguantar cosas como el caso de una coneja embarazada de cuatro meses (que por supuesto como todas las conejas se ha quedado a la primera) que me pregunta con toda su flema que si sabía cuando ovulaba. Que lo primero que tenía que hacer era saber mis días fértiles y en esos días exprimir a mi marido como si fuera un limón hasta dejarle seco. En serio, sabiendo que llevo dos años intentándolo me dices que el problema es que no sé cuando ovulo y te quedas tan ancha. Y me añades la gran frase final «mira yo, así, a la primera» (plas, plas, plas).

Una de mis frases favoritas es sin duda la de «en cuanto te olvides del tema te quedas» o su fantástica versión del estrés «en cuanto te relajes». Todas estas grandes frases dichas a la ligera pueden hacer tanto daño…pero claro nuestro egocentrismo humanoide nos impide pensar en que la persona que nos está escuchando puede estar pasando por un proceso de mierda del que una mamá coneja jamás tendrá que preocuparse. Puede incluso que esa mujer que escucha haya sufrido un aborto o no pueda tener hijos, ¡o las dos cosas!. ¿Estás seguro de que tus palabras no hacen daño? Pues entonces cierra la boca. Entonces escucha tú, deja que la persona que tienes delante te cuente, si quiere, y no juzgues, no la mires con compasión. Y si no quiere contarte nada porque quizá sea demasiado doloroso, porque en el fondo le caes mal o simplemente porque no le sale del moño, respétalo y guárdate los consejos en tu madriguera.

Ojo, con esto no digo que las infértiles no seamos igual de egocéntricas o peor. Quién nos dice a nosotras, felizmente casadas con nuestros gordis, que no le decimos a esa amiga soltera que ha pasado la treintena y sigue viviendo la vida loca que «cuando va a sentar la cabeza» sin tener en cuenta sus sentimientos. No sabemos el daño que le han podido hacer, si le han sido infiel, si se ha enamorado de alguien no correspondido, si sueña con el día de su boda tanto como nosotras con nuestros bebés y su momento o su persona no ha llegado…las personas somos tremendamente insensibles y estamos tan socialmente presionadas que cuando tenemos un problema, sea infertilidad, relaciones complicadas, o maneras de llevar tu vida que se salgan del manual no escrito que se supone todos debemos seguir, el problema en cuestión se multiplica convirtiéndose en un problema social.

Desde luego yo no tengo la fórmula mágica para resolver esto, pero este proceso que estoy viviendo me está sirviendo para, por lo menos, darle otro sentido a la súper frase «en cuanto te relajes»: sea cual sea el problema que tengas «en cuanto te relajes»:
– entenderás que no estás sola
– Comprenderás que no eres el ombligo del mundo
– Aprenderás a empatizar
– A callar
– A escuchar
– A no preguntar
– A no juzgar a la ligera
– A relativizar tu problema
– A comprender los problemas de los demás
– A entender que llorar no es malo pero que no victimizarse es muchísimo mejor
– A poner a cada uno en su sitio
– A darle a cada cosa, cada resultado de cada prueba, cada persona y cada comentario la importancia que se merece

Pero sobretodo…en cuando te relajes conseguirás seguir adelante, hayas conseguido tu meta o no, eso no importa. Aprenderás a ir hacia atrás solo para coger impulso. En mi caso mi búsqueda continua y estoy lista para encontrarme contigo, mi preciosa golondrina. Mientras tanto, te veo en mis sueños.

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